Dos colegiados consiguen el reto de pedalear 24 horas seguidas por Álava

  • Este reto solidario realizado por Alfredo Garmilla y Aitzol Miguélez, que cuenta con la colaboración del Colegio de Médicos de Álava, tuvo lugar los días 14 y 15 de julio por las carreteras de Álava con salida y llegada en el centro de Vitoria-Gasteiz
  • Una vez conseguido el reto deportivo, queda pendiente el reto solidario destinado a la compra de tres monitores fetales y cuatro calentadores para incubadoras que se instalarán en un hospital de la Fundación Vicente Ferrer
  • El reto volverá a realizarse en septiembre de la mano de Roberto Gil con el objeto de alcanzar los casi 40.000€ necesarios para la India


Los médicos alaveses Alfredo Garmilla y Aitzol Miguélez completaron con éxito su reto de pedalear durante 24 horas seguidas por la provincia de Álava con el objeto de conseguir recaudar casi 40.000 euros para equipamientos pediátricos para el Hospital de Kalyandurg en la India que gestiona la Fundación Vicente Ferrer.

Esta iniciativa, en la que colabora el Colegio Oficial de Médicos de Álava, continúa abierta a la colaboración ciudadana y busca paliar la mortalidad infantil en la India rural con la compra de tres monitores fetales, que servirá para controlar sus latidos y niveles de oxígeno durante la gestación, y permitirá adquirir cuatro calentadores radiantes para incubadoras para mantener la temperatura corporal de los recién nacidos. Un proyecto que beneficiará a 1.000 bebés al año.

La hazaña de pedalear durante 24 horas seguidas comenzó a las 19:30h del viernes 14 de julio desde la Plaza de la Provincia de Vitoria-Gasteiz con la presencia de distintos representantes del ICOMA, familiares y amigos, y finalizó en el mismo punto el sábado 15.

Estaba previsto que el reto lo realizasen tres médicos alaveses: Alfredo Garmilla, Aitzol Miguélez y Roberto Gil. Pero una inesperada caída provocó la retirada de este último, que se ha comprometido a realizar el reto en septiembre, con el objeto de conseguir la recaudación planeada.

Recogemos el testimonio del reto de la mano de Roberto Gil.

MIS IMPRESIONES DESDE EL «COCHE DE EQUIPO»

Jul 25, 2023, 9:32:15 AM

El accidente de bici una semana antes del reto me impidió participar como ciclista los días 14 y 15 en el reto deportivo, pero las lesiones me permitían conducir y acompañe durante casi todo el recorrido a Aitzol y Alfredo, así como a los acompañantes que tuvieron en los diferentes tramos. Ha sido otra manera de vivir ese objetivo que tenía en la mente desde hace años, pero al que no renuncio y afrontaré en cuanto esté recuperado.

Aitzol y Alfredo habían entrenado duro, con las dificultades añadidas de compaginar trabajo, familia y entrenamientos exigentes. Confiaba en su capacidad física y mental para afrontar este desafío, pero siempre tenemos dudas… Tras mi caída creo que asumieron con más ímpetu la «responsabilidad» de cumplir el objetivo. Los veía más motivados si cabe. El día de la salida desde la Plaza de la Provincia el ambiente era increíble. Amigos, conocidos, la federación de ciclismo y el colegio de médicos representados por su presidenta y presidente y otros miembros de la junta, la ETB en directo. Representantes de la Fundación Vicente Ferrer, con Fernando Sancho, delegado en Euskadi, a su cabeza. Se palpaba mucha ilusión y confianza en que el reto sería conseguido.

A las 19:30 horas puntuales se dio la salida. Acompañados los primeros kilómetros por alumnos de escuelas de ciclismo y oros amigos, les seguimos hasta su primera breve parada en Murguía. Desde el principio regularon muy bien las fuerzas, intentando mantener una media de unos 22 km/h. Por la noche fueron acompañados con coches de apoyo de clubs ciclistas* y amigos voluntarios. A 7:30 de la mañana llegaban a Landa y allí estábamos para tomar el relevo* de apoyo durante el día. Las últimas horas de la madrugada habían sido exigentes por la bajada de la temperatura. Llegaron algo destemplados, pero se les veía con fuerzas y animados. Cambio de ropa, avituallamiento y carretera, afrontando un largo día de bicicleta. Las horas y los kilómetros fueron pasando lentamente, siempre regulando el ritmo.

Durante todo el recorrido les acompañó en bicicleta Joaquín Unzué, y en buena parte también sus amigos de Pamplona. Paradas breves para reponer agua en los bidones y algo más largas para avituallar y tomarse un mínimo descanso. El día fue benévolo con ellos, temperatura agradable la mayoría del tiempo, con un leve txirimiri en una parada en Egino, y un incómodo viento en contra en la última vuelta hacia Vitoria, que hicieron menos duro un grupito de acompañantes a los que cogieron la rueda.

Desde el coche, kilómetro a kilómetro tras ellos, los veía muy enteros, a pesar de que el cansancio y las molestias físicas se iban acumulado. Tengo que confesar que pasé instantes de mucha emoción siguiéndoles. Ahí estaban, consiguiendo algo muy valioso, que no se quedaba solo en pedalear venciendo cansancio y molestias, sino que detrás estaba un objetivo solidario de alta envergadura. Si hubiera afrontado el reto sólo, como pensé hace un par de años, tras el accidente todo se hubiera ido al traste y ahora, gracias a la implicación y compromiso de Alfredo y Aitzol, esto se estaba realizando…

Para cumplir las 24 horas pedaleando, restando las paradas, nos adentramos en la noche de nuevo, haciendo más épico y difícil rematar el reto. La temperatura bajo bastante y al cansancio de unió el frío. Las últimas horas fueron duras; una mezcla de entusiasmo por el final próximo y ya visualizado del final, con las inmensas ganas de terminar de una vez… En la Plaza de la Provincia esperaban ansiosos un buen grupo de amigos, familiares y miembros del colegio de médicos y la fundación Vicente Ferrer. La llegada, recorriendo ya las calles cercanas a la Plaza, eufóricos, exultantes, son indescriptibles; una mezcla de emociones difíciles de expresar.

El recibimiento espectacular. Alfredo y Aitzol de la mano, seguidos por Joaquin e Iñigo. Abrazos, mucha alegría y cansancio en los rostros. Se alargo un poquito más la noche y finalmente se fue despejando la calle y todos con una sonrisa inmensa nos fuimos a descansar, no muy conscientes aún de lo conseguido.

ROBERTO GIL

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